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  • 27 agosto 2020
  • Estancamiento

    Hace unos días estaba en una reunión y mientras oraba, Dios habló a mi corazón de una manera muy especial, pero confrontante, puso una palabra que resonó muy fuerte en mí: “Estancamiento” y generalmente cuando siento que Dios me habla de esa manera, busco en el diccionario la palabra para ampliar mi idea sobre el tema; así que, la busqué y encontré este significado: “Detener la marcha de un proceso o el desarrollo de un asunto”, también decía “detener el curso, frenar el movimiento…” Así que lo que Dios ponía en mi corazón es que muchos hemos pasado o estamos atravesando un estancamiento espiritual. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que hemos dejado de avanzar, de movernos, de marchar tras las promesas y el llamado de Dios.

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    Dios te creó con un propósito, con una misión que cumplir, sin embargo, dejamos de avanzar hacia ese propósito, vamos bajando la velocidad, las circunstancias que nos rodean nos van enfriando y de pronto estamos avanzando muy despacio, hasta que -sin darnos cuenta- dejamos de movilizarnos y ¡pum! ¡nos estancamos! Y el problema con el estancamiento espiritual es que creemos que está bien, nos justificamos diciéndonos a nosotros mismos “aquí estoy, no he renunciado a mi llamado, a mis sueños, mis metas, sigo en pie, no he retrocedido…” y es cierto, no has retrocedido, pero tampoco has avanzado, estás en el mismo lugar desde hace días, meses y años, estás estancado y no te has dado cuenta. Ahora bien, tomemos un ejemplo, imagina algo que se haya estancado, puede ser agua o incluso un carro varado, te pregunto: ¿Qué pasa con esa agua? ¿Qué pasa con un carro cuando tiene tiempo de estar inmóvil, sin uso? Probablemente el agua puede producir dengue, mosquitos y estar contaminada, por lo tanto, pierde su propósito, su uso principal; lo mismo con el carro, el motor se puede atrofiar, se comienza a deteriorar, hasta que pierde su funcionamiento. Incluso, si lo analizas, el cuerpo humano funciona igual, si dejas de moverte los músculos se atrofian, pierden su movilidad y función. Por eso recuerda, si dejas de moverte, de avanzar, entonces de forma automática, te estancas, si te estancas dejas de usar los dones que Dios te dio, pierdes tu propósito principal. El conformismo es la base del estancamiento, no te conformes con vivir para algo menos que tu propósito, como nos han enseñado nuestros pastores siempre, no fuiste llamado para vivir en lo ordinario ¡sino en lo extraordinario! ¡Avanza!