Sin embargo, siempre lo busqué para disculparme y Él me volvió a abrazar. Entonces me enseñó a perdonar, sí, cuantas veces fuera necesario, que es bueno dar segundas oportunidades, entendí que ninguna relación podría ser duradera si no media el perdón. Y es que este amigo mío, es tan extraordinario, pues ve la vida a través del amor, todo para Él es amor, se mueve por amor, actúa por amor, se muestra por amor, habla por amor, la raíz de todo lo que hace es el amor. Así que de Él he aprendido no solo a perdonar sino también a mostrar amor, misericordia, fe, esperanza, pues quiero ver el mundo a través de Sus ojos. De verdad es mi amigo, porque puedo hablar de lo que sea con Él, y es tan interesante, pues me conoce tanto que puede leerme como si fuera yo un libro abierto. Siempre le hablo sobre todo, mis sueños y anhelos, mis tropiezos y fracasos, lo que me hicieron y me dolió pero también lo que me hizo sonreír. Le cuento sobre mis miedos y le he dicho cosas que nunca jamás le dije ni le diré a nadie. Él ha visto mis lágrimas y se ha quedado conmigo cuando todos los demás se fueron. Tenemos tanto tiempo de ser amigos, son más de 20 años ya, tanta historia, obvio que al inicio no éramos tan inseparables como ahora, ha sido difícil construir nuestra amistad pero lo hemos logrado porque Él me ha sabido esperar y tener paciencia y eso es algo que también me ha enseñado. Él es mi amigo, y soy tan dichosa de tenerlo en mi vida. Él y solo Él es con quien puedo pensar en voz alta sin sentir miedo a ser juzgada. Todo esto te lo digo porque Él también puede ser tu amigo. Búscalo por amor, cree y confía en Él y lo vas a encontrar. “Así se cumplió lo que dice en la Biblia: «Abraham confió en la promesa de Dios, y por eso Dios lo aceptó». Fue así como Abraham se hizo amigo de Dios.” Santiago 2:23 TLA