BLOG
¿Si no vas por todo a que vas?
Quiero contarles que mi esposo y yo estamos yendo con una nutricionista. Al fin encontramos una que nos permite comer comida de la que nos hacían los abuelitos, solo que con medida, y para mí es indispensable que no me quiten el arroz y los frijoles porque simplemente me encantan. Fuimos la primera vez, nos explicó todo y comenzamos. Nos sentíamos tan motivados que iniciamos perfecto y los primeros 15 días fue todo un orgullo porque logramos adaptarnos al nuevo estilo y de hecho, comenzamos a notar cómo la ropa nos quedaba más floja y todo era felicidad. Nos sacamos un 100 con sello de excelente, igualito que en la escuela. Claro que no sabíamos lo que seguía! Nuestro cuerpo comenzó a extrañar la comida chatarra que pedíamos algunas noches, el chocolatito luego del almuerzo si es que había, el plato de cereal con leche condensada que de vez en cuando me comía tipo 5pm, el heladito y bueno, creo que ya pueden imaginarse. Es increíble cómo tu cuerpo te pide esas cosas porque fue lo que le enseñaste y es triste porque no todas son buenas para la salud. Y para no hacerles muy larga la historia, nos corrompimos, no del todo, pero sí hubo varias caídas con su recaída y a veces en el mismo día jajaja. Esto fue en los últimos 15 días de ese primer mes.
Y que se llega la primer cita de control y adivinen qué? Voy a contarles de mí. Yo iba feliz y confiada a esta primer cita, me sentía más delgada e iba pensando: mínimo 3 kilos bajé. Cuando me dice la nutricionista, ay Adry solo me bajaste 900grs y yo, qué??!! Y me vuelve a decir: Adry y no fue grasa lo que me bajaste, fue músculo y yo (con una expresión de mayor asombro mezclada con pena y rociada con tristeza) cómo???!!! Total desilusión, no bajé ni un kilo y no bajé grasa. Pero, por qué les cuento todo esto? Resulta que nuevamente inicié, esta vez determinada a ir por todo, alcanzar el premio, la meta, el mismísimo mundial, si prefieren verlo así, de 2kilos y medio en este mes, y desde que inicié he notado cómo necesito luchar conmigo misma, abstenerme de comer dulce ( lo más difícil) o cualquier otro antojo porque amigas y amigos, por la bendición del Señor, yo nunca he tenido que hacer una dieta o algo parecido y esto de verdad me hace sudar sandías, en serio, me está costando mucho decir no, pero quiero hacerlo porque voy por la recompensa. Y aquí es donde se desprende la enseñanza de este blog: ámate tanto como para negarte ciertas cosas que lejos de beneficiarte más bien te perjudican, pueden ser alimentos, pero además quiero que pienses en aquello que puede resultar “sabroso” en el momento pero luego muy perjudicial, como el chisme, la murmuración, juzgar a otros, un mal manejo de la sexualidad, mentira, adulterio, programas de tv pasados de tono, hipocresía y creo que ya tienes una idea. Nada de estas cosas te alimentan sanamente y por más difícil que sea decir no, necesitamos hacerlo por nuestro propio bien. Abstenerse durante la carrera se hace indispensable para alcanzar el premio y si el premio dura para siempre, creo que entonces vale la pena. Ahora yo te pregunto: qué tanto quieres el premio?