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  • 08 julio 2020
  • Contracultura

    Hace unos cuantos días con esto de estar en casa, mi esposa y yo fuimos a buscar a una nutricionista. Porque la mayoría de nosotros no solo estamos el mayor tiempo en casa, sino que también estamos el mayor tiempo comiendo; no sé ustedes, pero la ansiedad nos hace ir a buscar y devorar lo que sea, y bien para los que comen cosas buenas como frutas y demás, pero la gran mayoría comemos helados, confites y todo tipo de porquerías que estén empacadas al vacío en un empaque colorido. Quién sea de los míos diga: ¡Y0! He estado buscando un objeto que recuerdo tenían en la casa de mi abuela, era una pequeña vaca plástica que se ponía en la parte del refrigerador. Cada vez que la puerta se abría la vaca sonaba con el típico sonido de las vacas, como para recordarte: ¡cuidado con lo que vas a comer! Me parecía tan genial, solo que eso fue hace muchos años y he tratado de conseguir uno igual pero no he tenido éxito. Si alguien sabe donde conseguirla me avisa, en serio, creo que es un invento genial, la persona que lo inventó es posible que lo hizo pensando en varios de nosotros… jajaja. Bueno ya volviendo al tema, una de las cosas que nos enseñaron fue la importancia de desayunar, porque en lo personal, por muchos años el desayuno no fue parte de mi vida, entonces cada mañana mi esposa y yo desayunamos juntos. Hoy en particular el desayuno fue un poco más difícil porque cuando nos dimos cuenta no había sal, algunos pueden pensar: ¿que tan importante puede ser algo tan insignificante como la sal? No te engañes, es demasiado importante, todo necesita sal; las cosas se pueden comer sin ella, pero nunca será lo mismo. Toda cocina necesita tener un recipiente plástico que no combina la mayoría de las veces con nada, pero tiene tapa y allí es donde está la sal.

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    Esto me recordó este pasaje de la biblia: 13 »Ustedes son la sal de la tierra. Pero, si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee. Los que creemos en Dios sabemos que en esta tierra tenemos una gran misión y es hacer la diferencia, la contracultura. Somos los que debemos cambiar nuestro entorno, los que le demos sabor a la vida, viviendo a la manera de Jesús y no a la de este mundo. Nunca te debes menospreciar, hay algo especial en ti. Tú eres parte de la contracultura, tú y yo fuimos llamados a ser la sal de esta tierra, eres llamado a ser parte de la solución y no del problema, no es tiempo de amoldarse a este mundo, es momento de ser contracultura. Es normal que la gente nos menosprecie y crea que realmente no somos necesarios, puede que la iglesia no sea una prioridad en este país, y por más que eso me moleste, creo que los verdaderos culpables hemos sido nosotros; la misma Iglesia es la que ha provocado que este mundo nos vea de esa manera, porque hemos estado tan interesados en el tamaño y la belleza de los saleros que dejamos de marcar una diferencia en nuestra sociedad, y aquellos que nos han representado, tristemente han sido un poco insípidos y no se han atrevido a cambiar el sabor de esta sociedad. La verdadera Iglesia, tú y yo, deberíamos ser parte del cambio, de la contracultura; somos la sal de este mundo, los que podemos producir un cambio, los que debemos en estos tiempos de temor e inseguridad llevar alegría y fe y así cambiarles el sabor a muchas personas. Lo que quiero dejar en ti hoy es muy sencillo, fuimos llamados a marcar una diferencia, tú y yo somos la sal de esta tierra, así que comienza a cambiar el sabor de este mundo a través de la fe; ¡VAMOS! No es tiempo de esconderse, es tiempo de ser contracultura y a través de la fe, darle sabor a este mundo que tanto lo necesita…