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Cambia el plan no el destino
Recuerdo escuchar a un profesor decir que la distancia más corta entre un punto y otro siempre será la línea recta. Estoy totalmente de acuerdo con eso y lo comprobé cuando tenía que resolver problemas matemáticos en mis exámenes o en hojas de papel. Pero en la vida real he descubierto que es prácticamente imposible hacer el viaje de nuestra vida siguiendo una línea recta, porque muy frecuentemente nos encontramos con obstáculos en medio del camino hacia nuestros sueños.
Y en realidad, para ser honesto, no conozco a nadie que haya logrado alcanzar todos sus sueños y sus metas sin tener que desviar su rumbo en algún momento de su vida para tomar una ruta que no estaba planeada. Son esos momentos la única forma de poder avanzar para alcanzar el propósito. Con esto no me refiero a tomar atajos o romper las reglas para alcanzar un objetivo, porque quienes hacen eso no siempre terminan de la mejor forma, ya que, no solo se trata de llegar a buen puerto por hacerlo, sino también saber llegar completos, íntegros y con la frente en alto, hecho de la manera correcta y como Dios manda. En la vida te encontrarás con dificultades y obstáculos que van a querer impedir que llegues al lugar que Dios diseñó para ti y provocarán que te quieras dar por vencido, dejar de creer y hasta renunciar a SUS propósitos. Aunque el camino que tengas que tomar para seguir adelante matemáticamente no sea el más rápido o el más fácil, vale la pena cambiar el plan con tal de alcanzar tu destino. Esta idea llegó a mi mente hace poco cuando miraba un pequeño riachuelo y noté lo imperfecta que parecía su ruta, ningún ingeniero sensato hubiera podido planear un cauce así, eran muchos desvíos en un espacio muy corto, pero no fueron unos planos en un escritorio lo que hicieron que tomara esa forma, fue el deseo del agua de seguir adelante y su persistencia que la hizo buscar nuevas opciones hasta poder llegar algún día al mar. Algunos dirán que es la inteligencia de la naturaleza, pero en realidad creo que es la eterna sabiduría de Dios la que diseña esas rutas. Tú haces que los manantiales viertan agua en los barrancos, para que los arroyos broten con fuerza y desciendan desde las montañas. Salmo 104:10 Si el agua tiene la habilidad de cambiar de ruta las veces que sea necesario para seguir avanzando, por qué para nosotros los seres humanos es tan difícil aceptar la idea de que no siempre todo va a salir como lo planeemos y que la ruta más corta no siempre va a ser la ruta que vas a poder tomar en la vida. Solo déjame decirte lo que pienso que Dios dice a las aguas del arroyo en el bosque cuando encuentran un obstáculo que las quiere detener: ¡No te detengas, ni te des por vencido, sigue avanzando y no te detengas porque no salieron tus planes como lo querías; levántate y cambia el plan, ¡pero no renuncies al destino y llegarás lejos…!