BLOG
¿Salvavidas o anclas?
Meditando un poco sobre mi vida pude notar que he tenido momentos en los cuales he hecho bien las cosas y otros en los que he fallado. Le he fallado a Dios y a las personas, incluso tuve mascotas con las que también quedé mal. Viviendo esas etapas hubo personas a mi alrededor que me impulsaron y creyeron en mí a pesar de que no me encontraba en mis mejores tiempos y me di cuenta de cuán valiosas son precisamente por eso, porque fueron un apoyo. Por otra parte, también hubo personas que lejos de ayudarme me señalaron; es como si me estuviera ahogando y en lugar de lanzarme el salvavidas me tiraron un ancla. Mateo 7:12 dice: “Haz a los demás todo lo que quieras que te hagan a ti…”.
He conocido personas a quienes les ha pasado igualito que a mi, han tenido buenos tiempos y otros de los que no se sienten orgullosos, porque fallaron. Lo que me lleva darme a darme cuenta de que es posible que a todos nos pase lo mismo. Ahora bien, he tenido oportunidades en las que supe que alguien se resbaló y cayó y decidí acercarme, saludar, sonreír y decir: no te aflijas, vamos de nuevo, yo sé que puedes, voy a estar por aquí en caso de que me necesites…y he notado en ese mismo instante, como acción automática, que aquella persona, levanta su mirada y renace en la esperanza de una voz amiga. O sea, aún en medio de lo imperfecta que soy, he sido apoyo para otros y se siente súper bonito saber que con pequeñas acciones de amor y aceptación en los momentos no tan buenos que alguien experimenta puedes ser un salvavidas que saca a flote a los demás. Qué más te puedo decir? Quizás ya lo hayas experimentado, pero se siente súper lindo lanzar salvavidas y no anclas. Reflexionemos!! Estamos en esta vida para ayudarnos unos a otros, de repente la carga puede volverse pesada y tener manos amigas que te sirvan de apoyo en vez de juzgarte llega a aligerar el peso. Cuando sepas de alguien que falló, que cometió un error, que resbaló, por favor decide lanzar salvavidas, sé amigo, acércate no para juzgar o señalar sino para restaurar vidas. Le he fallado a Dios y Él siendo perfecto no me juzga. He quedado mal con alguna de las mascotas que tuve y curiosamente tampoco me juzgaron. Imitemos a Dios y aprendamos de los animales. Dios no me juzga, los animales no me juzgan, yo tampoco voy a juzgar ni señalar, voy a restaurar vidas, voy a construir. Siempre tendrás a la mano un ancla y un salvavidas, cuál vayas a elegir, depende de ti.