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  • 22 enero 2020
  • Segundo.

    No sé si usted piensa igual a mí o no en esta particularidad de la vida, pero hay situaciones que me parecen extrañas. Por ejemplo, cuando usted pide para llevar su orden en un restaurante de comida china y te dan un pan de acompañamiento. Considero que es una combinación un poco rara, tal vez por la forma en la que me criaron a mí y a la mayoría de ticos. Pues denme tortillas y yo me como todo en gallos: pollo, carne, papas fritas y hasta pizza, estoy seguro que todo en una tortilla sabe mejor. ¡Qué rico! Pero volviendo al pan, digo al tema, en nuestra cultura el pan es tan solo eso, un acompañamiento que optas por comer o no. Muy pocas personas llegan a su casa después de trabajar todo el día deseando encontrar en su plato solo un pedazo de pan, la mayoría dice ¿dónde esta mi comida? ¡Porque yo quiero comida no solo pan! Porque en nuestro país necesitamos un plato lleno de diferentes variedades de provisiones para sentir que comimos de verdad.

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    Les hablo de esto pues creo que esa forma de pensar tan superficial también tristemente se ha reflejado en la Iglesia y en nuestra fe. Cuando Jesús se reveló a sus discípulos les dijo: 35 Jesús les dijo: —Yo soy el pan que da vida. El que confía en mí nunca más volverá a tener hambre; el que cree en mí, nunca más volverá a tener sed. Juan 6:35  (TLA) La Biblia está llena de múltiples alusiones sobre Jesús como nuestro pan y es que en sus tiempos el pan era el platillo principal de la gente. En muchos pasajes de la Biblia vemos cómo les podía faltar cualquier suministro menos el pan en su dieta diaria, pues dependían de él, no era una opción, era la única opción para ellos. Así, saciaban su hambre con el pan como el platillo principal, el resto era un acompañamiento. Creo que nuestra manera de pensar nos ha generado problemas para el crecimiento espiritual, ya que, en algún momento para nuestra fe la presencia de Dios se volvió solo un acompañamiento y no el platillo principal en nuestras reuniones y en cada actividad que hacemos. Ahora tenemos buena música, cámaras, luces, pantallas, congresos, conciertos, servidores, horarios que cumplir y seguir… No quiero decir que estos medios para buscar a Dios estén mal en sí mismos, pero considero que el problema está en la posición y prioridad que ocupan en nuestro plato de la fe pues les dimos un lugar que no merecían y convertimos la presencia de Dios en un acompañamiento también. Ya sea en nuestras reuniones, el cual es opcional si queda tiempo, pues miren la hora que sea rápido mejor pues tenemos que terminar según tal agenda, ¿qué va a pensar la gente? ¿En qué momento la presencia del Señor como esa relación personal e íntima tan vital se volvió algo más en una lista de acompañamiento de la vida cristiana y no el plato principal en tu mesa cada día? ¿Te has preguntado por qué trabajamos tanto y llenamos nuestro plato con tantas actividades que la religión nos enseñó? Tristemente nuestro plato parece tan lleno y tan apetitoso a la vista que el pan ya no parece ser necesario en tu menú. Dura realidad. Creo que tenemos que cambiar nuestros hábitos de alimentación espiritual y volver a retomar las prácticas que realmente van a llenar tu vida y te que saciarán de verdad mediante una relación con Él. Dios puede representar mucho en nuestra vida, Salvador, Amigo, Padre, Rey, Consolador, pero si puedes estar seguro de algo es que Él nunca será el segundo lugar. Pon en orden tu vida delante del Señor tu Dios y te aseguro que en este 2020 verás aquello que nunca has visto. ¡Pídele a Él que sea tu pan de cada día! ¡Y pues, provecho!