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  • 18 diciembre 2019
  • Basta Su mirada!

    Recuerdo cuando estuve embarazada, recuerdo la ilusión tan grande de hacernos un ultrasonido para contemplar aquel milagro, recuerdo la primera vez que escuché su diminuto corazón que palpitaba con mucha velocidad y con tanta fuerza, como gritando vida en cada latido. Incluso recuerdo contemplar la cuna donde íbamos a ponerla cuando naciera y no olvido lo que se sentí al verla: un amor tan indescriptible que te da miedo, un amor que casi no puedes contener porque tu cuerpo se hace pequeño para albergarlo, un amor que no puede ser expresado en palabras. Eso y más era lo que sentía con solo observar su imagen en la ecografía, con solo escuchar su palpitar, con solo imaginar el tenerla conmigo. “Mi embrión vieron Tus ojos…” Salmo 139:16

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    Cuando leo ese verso, el cual pertenece a mi salmo favorito, descubro tanto en tan solo 5 palabras. Me doy cuenta de que Dios hizo exactamente lo mismo que yo hice cuando iban a nacer mis hijas, se ilusionó igual, soñó, sintió lo mismo que sentí, bueno, seamos sinceros, lo mismo lo mismo no, cuando se trata de Él, mejor lo elevamos a la potencia infinito porque nuestro Dios es ilimitado. Pero mi Padre Celestial, me contempló antes de nacer, cuando solo era un embrión (y eso que los embriones son feitos feitos), Sus ojos se posaron sobre mí cuando era del tamaño de un frijol o menos, a Él le pareció importante contemplar mi formación. Solo puedo pensar: con cuánta ilusión estaba observándome mientras me formaba en el vientre de mi madre, cuántos sueños brotaban de Él mientras pensaba en mí, con cuánto amor me contemplaba mientras me daba propósito. WoW!! Cuán importante soy para que Tus ojos me contemplen antes de nacer! Encuentro tanta identidad en Su mirada. Encuentro amor de verdad multiplicado al infinito, porque Su amor perfecto no es como el nuestro. Cuando veo cuánto amo a mis hijas y entiendo que Dios me ama todavía más y en forma perfecta, es algo que ni siquiera puedo dimensionar. No entiendo cómo hay personas que dicen que un embrión no es importante cuando vemos que el mismo Dios se tomó el tiempo para contemplarlo y además lo perpetuó en Su palabra. Por lo tanto, antes de escuchar lo que cualquier ser humano diga, me dirijo por lo que Él dice, pues es Dios, Su entendimiento nos supera en cualquiera de las formas que puedas imaginar. Por último quisiera decirles que Dios no solo me contempló a mí, sino a cada uno y con todos se ilusionó, con todos soñó y les dio propósito. Y lo mejor es que Su mirada siempre está sobre nosotros, no como aquel que observa para señalar errores, sino como Aquel que contempla porque ama.