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Como las vacas...
Tomas tus pensamientos, los procesas, los masticas, te los tragas, y vuelves a traerlos de vuelta, los vuelves a masticar y los vuelves a tragar. Te deshaces de tus pensamientos por un instante pero los vuelves a traer y cada vez que los traes de vuelta no son mejores, son más asquerosos. Eso se llama rumear los pensamientos. Y debes tener cuidado, porque al diablo le encanta jugar en ese campo.
Tus pensamientos pueden bendecir tu vida o destruir tu vida. Concentras tu atención en tu angustia. ¿Te has empezado a mentir a ti mismo? Pídele a Dios que te revele si lo has hecho. "En fin, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, noble, correcto, puro, hermoso y admirable. También piensen en lo que tiene alguna virtud, en lo que es digno de reconocimiento. Mantengan su mente ocupada en eso. Hagan todo lo que les enseñé, todo lo que aprendieron al verme y oírme, y el Dios de paz estará con ustedes." Filipenses 4:8-9 Rumear los pensamientos solo nos llevan a la autocrítica basados en expectativas que definimos nosotros para evaluarnos. Parece una costumbre del ser humano considerar que no fue suficiente y no cumplimos las expectativas, y esto tarde o temprano nos lleva en pasos firmes hacia la profundidad de una cueva oscura. "Las armas con las que luchamos no son de este mundo, sino que tienen el poder de Dios para destruir las fortalezas del enemigo. Con nuestras armas, también destruimos los argumentos de los que están en contra nuestra y acabamos con el orgullo que no le permite a la gente conocer a Dios. Así podemos capturar todos los pensamientos y hacer que obedezcan a Cristo." 2 Corintios 10:4-5