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  • 17 septiembre 2020
  • Seguro que sabes de lo que hablo

    Seguro que alguna vez jugaste con bolinchas. ¿Recuerdas cuando las sacabas de su bolsa? Todas giran al mismo tiempo, siguen su curso, rebotan entre sí, cambian de dirección, algunas más grandes empujan a las demás, algunas son más rápidas, algunas están picadas por los golpes… y otras simplemente nunca entran al juego, decíamos: “esa no sirve para jugar aquí”. ¡Nos parecemos tanto! De repente encuentro una similitud peculiar entre en este sencillo juego de bolinchas y el cómo jugamos las “fichas” de nuestra vida. Piensa que estás en un campo de juego, tienes las mismas características que los demás jugadores, nada es diferente hasta que el juego inicia, y entonces es responsabilidad de cada uno tomar las decisiones correctas según las circunstancias del juego.

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    “15 Tengan cuidado de cómo se comportan. Vivan como gente que piensa lo que hace, y no como tontos. 16 Aprovechen cada oportunidad que tengan de hacer el bien, porque estamos viviendo tiempos muy malos. 17 No sean tontos, sino traten de averiguar qué es lo que Dios quiere que hagan.” Efesios 5:15-17 TLA Piénsalo: ¿Te vas a mover escogiendo la dirección o simplemente vas a rebotar con los demás?, ¿Vas a avanzar hacia un objetivo o vas a dejar que te digan hacia donde ir porque es hacia donde la mayoría van?, o ¿Prefieres salir del juego porque recibes golpes que te hacen menos “elegible” para seguir?, oh oh! Espero que no seas de los que nada más están viendo el juego, que, aunque se ve divertido, no te arriesgas a jugar, porque ¿qué tal si no soy tan bueno?… Es hora de entrar al juego, llegaste al campo igual que todos, nadie elige ser suplente y aquí ese rol no existe, todos estamos jugando nuestros segundos, solo hay una decisión detrás de cómo quieres invertir tus chances de ganar. Este juego no tiene tiempos ni descansos, no existe algo como: “Es muy tarde para empezar”, simplemente ¡Es hora de entrar!, nadie sale, nadie es suplente, ninguno es apto para ser elegido en el juego, todos juegan, toman decisiones, y hacen que su juego sea el mejor que pudieron haber jugado, y sabes que más; nadie compite, no se gana, se juega y se deja una marca que los demás jugadores notarán. ¿No sabes cómo tomar la decisión para entrar? O ¿te da miedo tomar una “mala” decisión y prefieres que alguien te guíe? Por supuesto, ya tienes un guía. Dios siempre está, el tema es si lo escuchas o no, o si alguna vez has intentado seguir sus pistas. Notas en una libreta, un libro que lees, una visión, conversación con tu mejor amigo, el mensaje del domingo que escuchaste, un blog que leíste sobre un tema que curiosamente tenía que ver con lo que estás sintiendo, una noticia en un canal internacional, una sensación diferente al hacer algo que te gusta, la frase que leíste en redes sociales, un sueño, un saludo, la persona que te topaste al salir a correr… Estoy convencido que Dios tiene sus formas para tratar con cada persona. Conmigo ha sido tan sutil y desafiante a la vez, lo que sigue después de captar el mensaje es tomar una decisión, y pues aquí Dios no se mete, y te quedarás esperando que lo haga. Él habla pero no decide por ti. Nadie juega el juego de alguien más, tu próximo movimiento es sólo tú decisión. Talvez buscas corregir aspectos en tu vida, o estás en busca de un “propósito”, y por supuesto no puedo decir qué tienes que hacer, pero sí puedo darte el mejor consejo: ¡Toma decisiones ya!, seguro que sabes de lo que hablo, hace tiempo sabes lo que tienes que hacer, sientes algo especial por una decisión que tienes que tomar, ya sea miedo, presión social, consecuencias, cambios, estrés, incertidumbre, no seguir la corriente, no ser lo que todos esperan, no calzar… Claro que sabes de lo que hablo, es lo que todos sentimos pero pocos expresan. No es fácil tomar decisiones, no es fácil cambiar, y no es fácil ser diferente. Pero si que es fácil rebotar con todo lo que pasa en el juego, es fácil que tu alrededor tenga influencia negativa en tu dirección, qué fácil es tomar el camino que alguien más dice que es el que “te llevará al éxito” cuando en realidad el éxito está en gastar todos los movimientos de tu juego sin arrepentimiento alguno, sin preguntarnos al terminar el juego ¿Qué hubiera pasado si…?. Y de seguro que también sabes de esto: qué satisfacción tan grande vas a sentir al tomar esa decisión y convertirte en lo que quieres, no importa lo que sea que estés pensando, al redireccionar tu juego hacia una meta definida, vas a tomar cada decisión con base en una estrategia para lograrla, y al final del juego, aunque seas como una bolincha con muchos golpes y picaduras, sentirás que cada movimiento que hiciste llenó las expectativas del único y más grande, ese que está viendo cómo la misión de tu vida se hace realidad. Medita, toma decisiones, haz algo diferente, haz un movimiento que sorprenda a los demás, haz que tu juego haya valido la pena, que Dios sea el primero en sonreír al ver lo que has logrado. Seguro sabes de lo que hablo: qué lindo saber que Dios está orgulloso de nosotros! “Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.” Salmos 16:11 NVI